Los suelos de piedra natural como los suelos de mármol y terrazo, se terminan en obra mediante pulido con máquinas pulidoras portátiles que utilizan abrasivos de grano decreciente. El trabajo inicial de la pulidora consiste en ejercer una enérgica acción abrasiva sobre la superficie del pavimento, eliminando resaltes y nivelando las baldosas hasta convertir, prácticamente todo el embaldosado en una sola losa uniforme y plana.
Una vez realizado éste primer pulido "desbastado", se aplica sobre el pavimento una lechada de cemento coloreado según la tonalidad que destaque en las piezas, con el objetivo de rellenar juntas y poros que pudiera haber.
Para obtener un rejuntado fuerte, es necesario dejar pasar un tiempo para conseguir un buen fraguado del cemento al menos 48 horas antes del próximo pulido
Entonces se vuelve a pasar la máquina con abrasivos de grano más fino repitiendo la operación hasta conseguir una superficie lisa reduciendo al máximo la porosidad, destacando la estructura color y textura del mármol. Este tratamiento que consigue cerrar el poro de la piedra proporciona mayor resistencia al ataque de agentes externos.
Una vez terminado el pulido el suelo con la pulidora de pavimentos, se procede a pulir los bordes y zonas de difícil acceso , utilizando máquinas pulidoras portátiles de tamaño reducido equipadas con el abrasivo adecuado.
Una vez el suelo está completamente seco se procede a la aplicación de cristalizadores que protegen y mejoran la superficie del mármol,
Para concluir la labor del pulimentado es necesaria la preparación del suelo con pasos de pulido fino, conviene que el suelo esté bien pulido para obtener el mejor resultado en el vitrificado final